Tu recuerdo
se impregnó en
mi ropa
como perfume
de invierno,
de calidez
nocturna
acompañada por
un capuchino
o tal vez
un americano...
Tus besos se mantuvieron
Entre mis
Dedos
Hasta
Que el
Agua tibia
De la tina
Nos inundó completamente...
Hasta toparse con
Toda tu intimidad,
Con aquellas partes
De tu cuerpo
Que sólo mis
Manos conocen...
Tus palabras,
Oraciones,
Versos,
Y plegarias,
Se entrelazaron
Con
Mis
Poemas
Y nos dimos
Cuenta
Que estábamos verdaderamente
Juntos,
Y enamorados...
Todo tu ser
Arrancó
Mi personalidad.
Se
La
Llevó
Y la trajo
Lustrada,
Brillante,
Infinitamente madura...
Todas las cenizas
De los
Encuentros
Fallidos
Fueron removidas
De la chimenea
Cuando
Cerraste tus
Ojos
Y me
Pediste entregarte...
La entrega no
Duró
Horas,
Ni segundos.
No duro...
Duro lo que no debía durar,
Lo que debía durar,
Lo que deseaba durar,
Lo que nunca esperamos durar,
Lo que dios escribió para durar...
Cristo no
Puede
Llegarte
A los
Talones...
Mis versos
Buscaron tus verdades
Y,
En el momento
En que te encontraron
De frente,
Decidieron
Escribirlas
En
Papel de cartón,
En papiro,
Con tinta china,
En las ruinas
De
Todas las mujeres
Que aún me miran...
En tu presencia,
Cristo
Se perdió;
La
Poesía
Se perdió
Y yo
Me encontré...
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