Pensamientos

Ahora que pienso

alejado de los pensamientos homicidas

alejado de la gente

dónde uno puede pensar en serio

sin prejuicios

ahora que pienso, enserio

que me encuentro sólo

lejos de visiones reveladoras

y atemorizantes

de las desafiantes miradas

Ahora que pienso, ¡enserio!

Encontrando el verdadero significado de las cosas

demostrada por ignorantes situaciones

estúpidas y obvias

cosas que nunca habían estado claras en mi cabeza

Ahora que pienso... enserio...

estoy seguro que el maldito vecino se tiró a mi esposa...

pero, ahora que pienso...

No tengo ni esposa ni vecino

Pensándolo bien...

Pensar es para vagos sin nada que hacer...

de hecho, ¡ahora que lo pienso!

necesito una buena rasurada.....

Rerg

Movimiento

No pudiste dormir…

Hurgaste entre tus sábanas,
y
sólo
encontraste
el
nocivo
insomnio,
mezclado con un poco de cianuro,
de hedor de la siguiente mañana,
o de la última noche…

Hablaste un poco contigo misma,
y
sorprendiste
a
la
lengua
abusada,
desgastada y perdida en las conversaciones de anoche,
en poemas mal escritos,
o en esta pequeña charla…

Giraste tu cuerpo
y
descubriste
la
pesadez
incierta,
incrustada
en tus senos,
en tus manos,
en tu pecho,
en tu estómago,
en tu sabor,
en tu amargura,
en tu virtud,
en tu madre,
en tu padre,
en tu hermano,
en tu conversación…

Te levantas.

El suave lino
se recuesta sobre tu piel,
pintándola con colores neutros-
con grises matizados,
con blancos
y negros contrastantes.

Tus dedos acarician los bordes
buscando una salida,
una última oportunidad para aferrarse a algo…

Y,
cuando la encuentran,
la toman con toda su fuerza
y la empujan contra la pared…

Te destapaste.

Escuchas a los transeúntes,
a los carros,
al viejo carnicero que ya comienza a abrir su negocio,
a la universitaria del piso de abajo.

“…Ella tampoco durmió…”

Abandonas todo intento
de sueño
y te levantas…

Crujen tus piernas
y se aquejan tus hombros.
Tu boca sabe a mierda
y tus ojos no miran más allá
de
tus pies
hinchados.

Te pones una camisa.
Te colocas unos pantalones.
Abres la puerta.
Comienzas a bajar las escaleras.
Apareces en la calle.
Pestañeas.

Miras a los transeúntes,
a los carros,
al viejo carnicero que ya comienza a abrir su negocio,
a la mujer del piso de arriba asomada por la ventana…

“…Ella tampoco durmió…”